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5 razones para cultivar rabanitos con tus hijos

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Les voy a contar una anécdota, mi abuela vivía en una casa muy grande y antigua, prácticamente me crié en ella.

En el frente de esa casa tenía un patio con canteros de flores y algunas hortalizas. Mi abuela tenía una manera especial de cultivar, como creo que la debemos de tener todos los que nos embarcamos en este camino de cultivar la tierra. Mi nombre es Aldo Ferré y hoy te voy a contar porque opino que sembrar rabanitos con tus hijos es la mejor opción para estimular su relación con la naturaleza y para hacerlos conscientes de los procesos naturales que ocurren a la hora de conseguir los alimentos que llevamos a la mesa luego.

En otra ocasión haremos mención a los muchos beneficios que tiene cultivar la tierra, la terapia hortícola es una realidad comprobada y cualquiera que lo dude que consiga semillas y comience un huerto y lo compruebe como yo lo hice.

Yo era un niño pequeño al que le daba asco comer tomate, lechuga, puerros, acelga, pepino, pimientos, entre otros muchos vegetales que recuerdo espárragos, remolacha…puAJ…zapallos, berenjenas, boniato, nada. Prácticamente solo me conquistaban con la papa, el maíz y las arvejas que nosotros mismos preparábamos antes de cocinarlas.

Un día mi abuela me llamó y me dio una bolsita de tela atada con un hilo de cuero viejo, me tomó de la mano y me llevo a su huerto, pasamos la puerta que separaba el patio de su jardín lleno de flores y se puso a sacar algunas plantitas de un pedazo de cantero.

No hacia falta ser detective para darse cuenta que la bolsita de tela y ese pedacito de tierra que iba quedando desnudo estaban muy relacionados en ese momento. Me llamó  y me dijo que abra la bolsita. Yo la vacié en la tierra, y salieron semillas redondas como de un color rojizo. Gracias a su tamaño y color pudimos recogerlas y colocarlas sobre un cartón. Mi abuela abrió unos pequeños surcos con sus manos y me invito a que yo también lo haga, y a medida que iba terminando de hacerlo, iba colocando semillita tras semillita, bastante juntas pero lo suficientemente separadas para que ahí creciese un rabanito del tamaño de un huevo, me decía.  ¿Rabanito? Le pregunte yo mientras me reía. Si. Respondió ella, son rosados y redonditos, te van a gustar mucho vas a ver.

Aproximadamente 30 días pasaron en los cuales ir a ver a los rabanitos era una actividad fija todos los días, regar las semillas, revisar los brotes, colocar abono de caballo que conseguía cerca de casa (vivíamos en una zona de studs y muy cerca del hipódromo central), en fin, vi crecer esos rabanitos día tras día, hoja tras hoja, hasta que de la tierra, como huevos rosados, empezaron a asomarse y ahí un día de luna menguante mi abuela me llevo y me dijo vamos a cosechar los primeros. Fuimos, tire de las hojas con la suavidad en la que un niño arranca de la tierra una planta, y lo que salió trajo consigo muchas risas y satisfacción. Había sembrado mi primer alimento con mis manos, y estaba cosechando, bendecido por mi abuela. Que como dije antes, tenia una manera especial de cultivar la tierra.

Desde esa experiencia mi consumo de vegetales tuvo un quiebre, y comencé a aceptarlos muchísimo mas.

Basado en esta experiencia, enfatizo entonces 5 razones por las cuales sembrar rabanitos es la mejor opción para estimular a tus hijos desde pequeños a estar fuera de casa, a entender de donde vienen muchos de sus alimentos y alimentar el vínculo que existe entre ustedes compartiendo este tiempo especial.

  1. Es una de las variedades de ciclo más rápido, aproximadamente un mes después de la siembra se puede cosechar.
  2. Es un alimento que no siempre conocen los niños, y el efecto sorpresa cautiva mucho su interés.
  3. El rabanito (parte que vamos a comer) crece subterráneo y permite que este “protegido” de que lo saquen antes de tiempo, como suele pasar con los tomates verdes por ejemplo.
  4. Para sembrar rabanitos se requiere un espacio relativamente pequeño, sino tienes patio puedes sembrarlos en cualquier recipiente (mínimo 15x15cmx15 aproximadamente).
  5. Se pueden comer crudos, con o sin condimentar.

Elige siempre variedades criollas de tus semillas, sino infórmate en tu región donde venden semillas orgánicas, biológicas o naturales. Las redes son un buen lugar para averguar estos datos.

Cuéntanos como te ha ido y cualquier consulta nos escribes en los comentarios.